El esperado encuentro entre un grupo de españoles emigrados a Australia y los expedicionarios del Hespérides en Fremantle, a 20 kilómetros de Perth, capital del estado de Western Australia, no solo se produjo, sino que llegó a buen puerto. A un puerto felicísimo. "Fue brutal", en expresión de la peña de spanish fremantlers.
Recordarán los seguidores de este blog que la cita surgió por iniciativa de un lector de EL PERIÓDICO en la distancia, el químico barcelonés Oriol Aixalà, residente en Fremantle. Él y su grupo de amigos emigrantes, la mayoría de ellos jóvenes profesionales universitarios, al saber que el buque oceanográfico de la Armada recalaría unos días en Perth ofrecieron a través de este diario una paella a los científicos y militares del Hespérides a cambio del relato de sus historias científicas y marineras.
La cita se consumó la noche del miércoles pasado en la casa que comparten Oriol y Pep, otro barcelonés, este último de Poblenou, en un suburbio de East Fremantle. La Casa de la Marmota, llama el grupo a esa vivienda. Es una traducción fantasiosa de la calle donde se asienta, Marmion Street. Marmion no significa marmota, pero si tiene una cierta similitud fonética con marmot. Con Marmion, el nomenclátor callejero de Fremantle se refiere a Patrick Marmion, el hombre que dirigió la importante estación ballenera de Fremantle a mediados del siglo XIX.
Los spanish fremantlers, convertidos en excepcionales corresponsales de EL PERIÓDICO, confiesan que horas antes de que se consumara la cita fueron invadidos por una cierta angustia. Pasada la euforia inicial, estaban preocupados por cómo podía resultar la reunión. "A medida que se acercaba la hora del encuentro crecía la preocupación", relatan a este diario. "Lo que más nos inquietaba era la diversidad o, para ser más precisos, los posibles antagonismos que íbamos a reunir bajo un mismo techo".
A renglón seguido, mejor leamos sin aditamentos de ningún tipo la crónica de la cena, redactada por la peña de spanish fremantlers:
"19.35 pm del miércoles 16 de marzo. Hemos quedado en el puerto a las 19.30. Como es habitual, llegamos tarde. Tatiana, Cristina y Jason se adelantan en busca de los expedicionarios del Hespérides. La Paella (así, con mayúscula, pues no era una paella cualquiera, sino excepcional) estaba por hacer, pero las cervezas ya estaban bien frías. Nervios. Habrá gente tan variopinta que la cena puede acabar convertida en un polvorín. Por un lado, los expedicionarios del Hespérides: militares y científicos. Por el otro, un pupurrí fremantelero: hispanohablantes de España, Israel, Chile, Australia, Marruecos, Alemania, Francia e Italia. Buena mezcla.
"Ellos, los del Hespérides, no saben adónde van; nosotros no sabemos quién viene. Finalmente, nos reunimos una cincuentena de personas bajo el techo de la Casa de la Marmota, en East Fremantle. Paco, el cocinero del Hespérides [el cabo primero de la Armada Francisco Rubio, murciano, 38 años, protagonista de la crónica de este blog titulada Tupper sex y cochinillo, del 12 de marzo], renuncia a su tiempo libre para acabar cocinando nuestra Paella. ¡Así da gusto tener invitados! La cena es un pot luck o comida a la australiana, donde cada uno lleva algo de comer y todo se comparte. No hay sillas ni mesas en las que sentarse. Se come de pie, a la manera de un bufet libre. Pollo al curry, pollo a la cazuela, pescado fresco, varias ensaladas, arroces y unas minitapas de canguro con cebolla. Todo ello regado con buenos vinos de la Península aportados por los invitados y cerveza australiana.
"10.30 pm. Paella lista, pero no vista. Ya solo quedan cabezas de gambas y un pequeño rastro de sucarrat. Espectacular. Oriol Aixalà recoge injustamente los méritos culinarios de Paco".
"11.00 pm. Foto de grupo. Intercambio de historias de ultramar por anécdotas de los residentes en las antípodas. Espectacular proyección de fotografías de la Antártida hechas por los tripulantes del Hespérides con Rafaella Carra como banda sonora".
"00.30 am. Empieza el bailoteo. DJ's caseros, MC's espontáneos".
"02.00 am. Ya no queda ni agua en los floreros".
"El grupo de spanish fremantlers queremos agradecer a los invitados del Hespérides que hayan hecho de una simple cena una noche tan especial para nosotros. Esperamos que no sea un adiós, sino un hasta luego. Deseamos lo mejor para la Expedición Malaspina. Chapeau! por todos los asistentes y, ya de paso, un hurra! por los vecinos".
El autor de este blog no podía haber imaginado mejor final para esta serie de crónicas. Un destello de optimismo vital, de voluntad de superación en medio de la inquietante oscuridad de un mundo terriblemente incierto. El Hespérides reanuda esta tarde la singladura científica de Malaspina. Zarpa de Perth con rumbo a Sídney, en el confín oriental de Australia. Una docena de días de navegación. Luego seguirá hasta Auckland (Nueva Zelanda), Honolulu (Hawái, EEUU), Cartagena de Indias (Colombia) y, por fin, después de haber circunnavegado el planeta, Cartagena (España), en cuyo puerto el buque prevé atracar el 14 de julio próximo. En los cuatro meses que restan para terminar la misión, la mayor campaña de investigación oceanográfica de la historia de España, ¿cuántas veces evocarán la tripulación del Hespérides y los spanish fremantelers aquella paella (perdón, Paella, con mayúscula) de la Casa de la Marmota de East Fremantle?
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