sábado, 12 de marzo de 2011

BUENAS PAELLAS EN LAS FALLAS, LAS MEJORES PAELLAS POPULARES EN LAS FALLAS

Castillo en las fallas valencianasImage via Wikipedia Feria verdaderamente trascendental para los amantes de los toros en España con repercusión en todo el mundo y cita imprescindible para las figuras que son, para las que quieren serlo y para cuantos aficionados quieran ver en directo las corridas en las que las ganaderías que comparecen y los toreros que actúan suelen dar la medida de sus posibilidades, actitud y propósitos de cara a cada campaña. Aparte, claro está, de poder visitar una de las ciudades más bellas de la Península Ibérica y gozar de su fiesta principal: Las Fallas. Primera que se celebra en España entre las de fama universal.
Aunque todo cuanto acontece en Valencia durante los días festivos –entre el 10 y el 19 de marzo cada año– circula alrededor de las fallas, las corridas de toros también son uno de los mayores alicientes, de tal modo que, si no se celebraran festejos taurinos, esta fiesta perdería gran parte de su carácter.
Las fallas son grupos escultóricos de cartón policromado, armados sobre una estructura de madera que se plantan la noche del día 15 para participar en el concurso que premia a las mejores. Situadas en las principales plazas y cruces de calles de la ciudad con el fin de exhibirlas y, posteriormente, quemarlas en la media noche del 19 ante los valencianos, de siempre fieles al culto del fuego y de la pólvora para celebrar la llegada de la primavera.
Pasión y truenos. Relámpagos de felicidad. Borrachera de artificio que no sólo centra su atención en las fallas, también en el rito diario de las mascletàs, sobre todo la que a las dos en punto de cada día se celebra en la gran plaza del Ayuntamiento. Como los castillos de fuegos artificiales que tienen lugar todas las noches mientras duran las fiestas en el cauce del río Turia, últimamente convertido en grandioso jardín y recinto de esparcimiento.
A Valencia por Fallas se ha de venir provisto de ropa para invierno y primavera que incluso es conveniente alternar en un mismo día, porque si la mañana fuera calurosa, en los toros refresca hasta lo indecible. E incluso algunos días pueden dar ganas de llegarse hasta las playas para tomar el sol o para comer una buena paella.
¡Ah, las paellas! Perdición culinaria y exclusiva de la región levantina que en Valencia y su comarca no ha de perderse de ninguna manera, aunque sí elegir dónde las hacen bien, porque no todas son recomendables. Entre las mejores, mencionar Casa Roberto en plena ciudad y La Dehesa en la playa de El Saler, donde uno se siente pintado por Sorolla mientras almuerza bajo las sombrillas.
Cuantos aficionados acudan a esta feria que deben estar preparados para sufrir continuamente ruidos de cohetes y petardos, sobre todo los de las madrugadas y los que sorprenden y hasta asustan cuando alguien, casi siempre niños, los prenden en la calle a nuestro paso. La explosión callejera, sin embargo, goza también de los muchos desfiles de falleras y falleros, vestidas ellas con preciosas y lujosas indumentarias.
Hasta la construcción de la plaza de toros actual, los espacios utilizados en Valencia para la celebración de festejos taurinos eran plazas montadas para cada ocasión. La ciudad llegó a contar nada menos que con cinco plazas de toros. En 1850, el entonces Gobernador Civil, don Melchor Ordóñez, instó a la Junta del Hospital para que auspiciara la construcción de una plaza estable. Inspirada en el circo romano Flavio Marcelo de estilo dórico sencillo, fue inaugurada por Cúchares en 1859.
Marco al cabo de los años repleto de solera y de historia, en el que destacan los toreros que en Valencia más contaron por nativos, empezando por el inolvidable Manolo Granero y años más tarde por Vicente Barrera y Jaime Marco ‘El Choni’. Las máximas figuras locales y las de afuera llevaron a gala triunfar en la tenida por más alegre y feliz plaza de España entre las de primera categoría.
Julio Aparicio y Litri padres tomaron la alternativa en esta plaza la misma tarde de manos de Cagancho después de protagonizar el periodo novilleril más triunfalmente prolífico de todos los tiempos. Famosa es la feria que completaron ambos como únicos protagonistas en varias novilladas. Cubiertos los periodos dorados de Gallito Y Belmonte, los tiempos de Ortega y Marcial, pisaron y triunfaron en este ruedo los más grandes: Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, Paco Camino, El Viti, Diego Puerta, El Cordobés, Paquirri, Paco Ojeda, Espartaco y todas las figuras de la más rabiosa actualidad, encabezadas por Enrique Ponce, desde hace más de 20 años máxima figura mundial y el torero más importante que ha dado Valencia a lo largo de la historia.
La afición de Valencia, amable, alegre y dadivosa por naturaleza, ha sufrido vaivenes –igual que la categoría de la plaza– a medida que fue implantándose la moda torista que hace 30 años imperó, perdiendo la plaza su carácter festivo hasta volver otra vez a su ser sin que falten los que, cerrilmente, se niegan a aceptarlo. Precisamente fue gracias, primero, a Vicente Ruiz ‘El Soro’, torero popular de acentos huertanos aunque enorme y personalísimo banderillero, e inmediatamente después con Ponce, cuando la plaza tomó su último gran vuelo, en el que también participó el nieto del gran Vicente Barrera, de igual nombre y apellido quien, precisamente, se despide este año del toreo activo. Sucesivas empresas, en gestión pública o privada tras celebrarse los consabidos y siempre polémicos concursos, condujeron la plaza con inevitables altibajos sin dejar de ser nunca lo que continúa siendo: la primera cumbre taurina del año en la que se dirime el momento de los toreros más privilegiados del escalafón, bien por persistencia en el triunfo, por señales de hundimiento o por anuncio de recuperación. Claro que, dependiendo siempre de la suerte de cada cual en los sorteos, los toreros suelen dar en Fallas un primer aviso del talante con que van a encajar la campaña.

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