Migas, arroz, pepitos, pan relleno, tortilla y pelotas galileas y paparajotes. El recinto ferial Huerto de Paco Saura, en Pozo Estrecho, se convirtió ayer en un gran restaurante al aire libre con más de una veintena de barras, donde los comensales iban escogiendo las viandas y platos más típicos de esa localidad. La octava edición del Mercadillo Gastronómico congregó en la plaza a más de medio millar de vecinos y visitantes que no quisieron perderse la oportunidad de catar tapas a un buen precio.
«Ha venido mucha gente de fuera, sobre todo de Cartagena. Vecinos que cada vez que se enteran de que en Pozo Estrecho hay un evento culinario se acercan», explicó una de las cocineras y miembro de la comisión que ha organizado este mercadillo gastronómico, Carolina Álvarez.
El gran restaurante al aire libre se abrió sobre las once de la mañana, pero no fue hasta la una de la tarde cuando comenzó a llegar el mayor número de personas. Entonces llegó el momento para que las 25 barracas participante se pusieran manos a la obra y encendieran las planchas.
Entre el fogón y la plancha
En el recinto ferial cada una de las peñas participantes instaló una barra, desde la que iban sirviendo los pinchos más variados que cocinaban en fogones y planchas. Hubo quien incluso trajo la mesa y las sillas de su propia casa y las colocó junto a las barracas para comer. Y es que la buena temperatura y el sol que lució acompañó a la fiesta, amenizada con música de fondo.
En las peñas Teatro Aurora, Riuete, El Rincón del Tito o Los Galileos, entre otras, se adquiría la comida y en la cantina, instalada por la Asociación de Vecino y la Comisión de Fiestas agua, cerveza y refrescos.
La comisión del mercadillo vendió más de 300 bonos. Cada uno de ellos costaba diez euros y tenía siete consumiciones de comida y bebida. Según explicó un portavoz de la comisión organizadora del mercadillo, el dinero que se recaudó servirá para sufragar parte del coste de las fiestas de primavera de Pozo Estrecho.
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