lunes, 11 de abril de 2011

PAELLA DENOMINACION DE ORIGEN BARCELONETA ,

Uno viene a Barcelona y se le antoja algo típico y no por ello turístico, y tira para el mar o sea el puerto. Pero se encuentra un atasco monumental por la Litoral con el cementerio de Montjuïc en lontananza o el rielar de nichos; un atasco que ni en Madrid, oiga, porque resulta que los recortes mastodónticos en Sanidad han llenado las vías de respuestas correlativas. País.
El coche que nada, erre que erre que tira al mar, desesperado, detenidos los minutos en el monumental (atasco), y se topa con una barrera policial: policía portuaria, dice. Oye, no, que vengo a ver a los topógrafos, les suelta, notando cómo la 'f' se le atasca entre el labio superior y la hilera de dientes: topógrafffffffffos; hosti, ¿en el puerto hay topógrafos? Pase, ande (pues debe de haberlos).
Y tan ancho, dos carriles por banda, uno trufado de camiones de carga parados en perfecta hilera y otro, para los listos (esa noche el individuo soñará con camiones alineados y malvados tipo Dune, la carga maldita). Y así, a fuerza de argucias, ésta y otras, 'voilà', aterriza en el puerto viejo. Y diga usted, ¿no le apetece una buena paella marinera, pese al calor africano? Pues claro.
Se apuesta por paellas numeradas para que no sea cualquiera
El trasto aparcado, enfila la avenida del Borbón y se lamenta de las franquicias, super paquis y otros y demás reyes de gambas; aldea global y esto ya no es lo que era, lo que recuerda de otras visitas a Barna. A punto de darlo por perdido, escucha una música jazzística y advierte un semi-tumulto a pie de calle pero afincado en terracita: Suquet de l'Almirall, dice. Pardiez, esto pinta auténtico.
Me explica el padre de Quim Marqués, fundador de la casa, las esa cabeza de gamba oscura que aspiras y te sumerge al fondo del mar y vas y dices gamba de Palamós y la pagas a 30 euros la docena. Pues no, la gamba es de García, y en el Suquet se paga al precio que cuesta porque es de García. Veamos, García es el pescador que, la familia completa a bordo, se dedica en su barcaza sólo a la gamba por las costas de por aquí, igual da Palamós que la Barceloneta, mismo mar.
Con el marisco ya amarrado llama al Almirall (o sea a Quim) y le dice "tengo tantas gambas van a tanto", o "tantas otras tengo, más baratas porque ha habido buena pescata". Como una lonja telemática y portátil, oiga, y el Quim le compra sólo las de buena pesca, porque lo contrario es como comer centolla en Navidad, una horterada.
Bien, pues todo esto para contarles que Quim Marqués se ha inventado La Paella D.O. Barceloneta. ¿Que por qué?, pues por lo mismo, exactamente, porque caminaba el sujeto el Port Vell a lo largo y se lamentaba de las franquicias, super paquis y otros y demás reyes de gambas, etcétera. Y él, que nunca en su casa hiciera paella sino arroces y tal, el año pasado, "després de molt temps sense fer paelles, i de veure paelles molt i molt estranyes, aquest any apostem per fer La Paella D.O. Barceloneta amb un 'twist' de llimona i numerada perquè no sigui qualsevol". Tiene un gusto a canela, azafrán, ñora (a M.V.M. le pirraba la ñora), gamba de García, etcétera, y como no es amarrón el Quim cuelga la receta en su blog y a ver quién le supera.
El Suquet de l'Almirall es un restaurante de amigos que ni miran la carta
Van por la paella 7.500, numerada, etiquetada, con denominación. Y un día al año, tal que el pasado viernes, invitan a los amigos, porque este es un restaurante de amigos que ni miran la carta y piden "dame lo que tengas", y el pasado viernes allí había unos 150. Madrina de la paella fue la estupenda Mercedes Sampietro, que de un cucharazo se cargó uno de los diplomas enmarcados de la casa.
Que no le ocurra a Sampietro, por dios, lo mismo que al célebre primer padrino, que falleció 15 días después de aquella primera edición 2010, de modo que las crónicas de la paella se mezclaron con su sentido obituario, 'in memoriam' Jordi Estadella. A Sampietro alguien le pidió un taxi a ningún lugar que ella no había pedido y hubo que pagarle la minuta y despedirlo, se lo juro.
Les cuento de paso la historia del Suquet, que se remonta a principios de siglo (del XX), con un bisabuelo llegado del campo a pie y con 20 céntimos en el bolsillo, que recorrió incansable La Rambla arriba y abajo buscando faena y comiendo un mendrugo de pan por día, el joven que luego sería señor Farré; hasta que un restaurante premió su tesón contratándolo de pinche con derecho a cama en la trastienda y de allí salió jefe de cocina, directo al Hotel Colón donde organizó hasta jubilarse los banquetes reales y en este plan o de este porte, banquetes eternos. Me lo enseña en un recorte de 1925 Joaquín Marqués, el padre fundador de esta casa, el que contrató a Manel de pinche porque le hizo gracia que se llamara también Marqués. Veinte años después, Quim y Manel no han conseguido ser hermanos, pero como si lo fueran. Vaya tándem, menuda paella.

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